Se humedecen los parpados del ojo infrasolar
apenas un sonido es suficiente para lograrlo
incluso un roce
la simple contemplación de tu miembro erecto

la luna,
el frio,
las nutrias estelares se avecinan en remolino

un pez retorciendose
engendrando mares en sus entrañas
que ahora llueven desde adentro por sus piernas de mujer

la piel rosa
las huellas moradas que dejan tus manos en ella
el vientre humedo, 
fecundo y vibrante

la luz azul
afuera
adentro
el sol
no

los poros floreciendo en cráteres rojizos
mis huesos pélvicos a punto de quebrarse
bajo el constante vaivén del acto que nos mantiene en vilo

el tiempo
que cosa absurda
estírase eternamente en las horas de ausencias
vuelvese diminuto en los instantes que nos encuentran
unidos

trauma
nada peor que nacer
tener que emerger del vientre tibio de tu lecho
volver a existir en la inexistencia del mundo real

que el universo real
se limita
a solo
solo
vos
y
yo

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